martes, 10 de septiembre de 2013

1. Creía que mi hijo...

(Continuación de ésta entrada, mi vuelta al mundo blogger).

... tenía que acostumbrarse a "sufrir" para que la vida le fuera más fácil.

No me refiero a sufrimiento físico. Con la palabra "sufrir" más bien quiero señalar todos esos acostumbrarse a por los cuales creía que tenía que pasar mi hijo para estar mejor preparado para la vida. 
Otro descubrimiento ha sido que es realmente difícil, por no decir imposible, separar la propia infancia de la manera de criar a un hijo. Es curioso, porque quizá esa única revelación bastaría para comprender la importancia de criar con amor, de perpetuar un círculo amoroso y no vicioso. Pero como no basta, comento mi experiencia personal.

Cuando yo estaba en el colegio rara vez me regañaban (en chileno: retaban), era bien tranquila. Sin embargo, en alguna ocasión que fui regañada por un profesor me sentí sumamente mal, triste, humillada (y más encima me aguanté, porque como recordarán, nunca he sido un libro abierto). Cosa que claramente no les ocurría a las niñas que, más inquietas, siempre eran regañadas. Porque si ellas se hubiesen sentido igual de mal que yo, claramente no habrían vuelto a buscarse un regaño, o por lo menos, no tan seguido.
Seguramente pensarán que quedé traumatizada. Tampoco es así. Pero mi conclusión de madre entonces, era que de alguna manera debía curtir a mi hijo para que no pasara por lo mismo que yo, para ahorrarle ese momento amargo. Y la manera más obvia de lograr el objetivo era siendo dura, cosa que él se acostumbrara a recibir regaños y cuando le tocara, le resbalaran. Lógico, no?

Doy el ejemplo del regaño, pero seguro cada cual tiene uno en el recuerdo que puede aplicar pensando en sus propias sensibilidades.

A medida que me fui acercando a la crianza con apego fui entendiendo muchas cosas.
Al principio no me daba cuenta cómo era mi hijo realmente, pretendía que se comportara como el niño que no es. Entendí, que mi hijo -hijo de su padre y de su madre, como quien dice: lo que se hereda no se hurta- ES sensible y será siempre sensible. 
Entonces... "aaaah! es mamón, pollerúo, siempre al alero de su mamita" pensarán algunos. Error!
Cada vez que acompaño a mi hijo, que entiendo y atiendo sus necesidades y deseos, en vez de castigarlos, reprimirlos o ignorarlos, estoy contribuyendo a hacer más sólida su autoestima para que el día de mañana sea libre, independiente, exitoso. ¿Exitoso? Claro! Yo también quiero que mi hijo sea un hombre de éxito. Habría que conversar eso si, qué significa esa palabra para ti y para mi.

Creía que mi hijo tenía que acostumbrarse a sufrir... Ahora: Aprendí a confiar en el criterio de mi hijo.
Inevitablemente la vida tiene sus sufrimientos, pero son mucho menos necesarios de lo que nos han hecho creer. No sólo en la infancia, a cualquier edad.
Eso de formar un hábito o conducta a punta de sufrimiento me parece absurdo.

2 comentarios:

Blogging tips